lunes, 7 de julio de 2014

Eres un cuervo...

Eres un cuervo. Esa es la única verdad que conozco; eres un cuervo. Eres un cuervo, y sin mirarte siquiera, sé cuál es la negrura que te pertenece. Eres un cuervo, y en la noche, cuando vuelas y las estrellas te apuñalan, veo tu silueta, sin verla, brillando en ónice en cielo nocturno. Eres un cuervo, y en las madrugadas, de vuelta a tu nido de barro y hojas secas, te retuerces y deformas; pierdes plumas y pico y garras, conviertes tu espalda en un interrogante y poco a poco, te vuelves un monstruo al humanizarte; el mayor monstruo.

Pero en tu interior, te sientes cuervo: la falsa máscara de carnaza solo los engaña a ellos, y a ti. Yo veo tu interior, veo la esencia que cada noche te obliga a volar, a surcar ese cielo cada vez más sucio y falto de estrellas. Yo sé la verdad sobre ti, sobre la melodía que querrías gritar y solo puedes graznar, sobre el nombre que no se pronuncia, porque no existe, y no puede existir. No hay nada más que saber, y lo sé; eres un cuervo.