Y sigo siendo el mal que remueve, en la penumbra de tus noches, los sueños que anclaron en un mar de dudas y desconcierto. Y sigo siendo el frío que recorre tus entrañas cuando, entre la gente, una pupila, un perfume, te recuerda que no está, y que no volverá y que nunca fue. Y sigo, sin seguir cada uno de tus pasos pero sabiendo qué haces, donde estás y con quien estas. Sé que sonrisa de las que dibujas es de verdad, y también la que es una máscara amarga que te envenena por dentro.
Cuando besas, cuando llores, cuando sientas que el corazón se rompa, estaré allí, susurrándote palabras al oído.
Y seguiré siendo tu sombra, tu dolor, la oscuridad de tu alma. Seré siempre la parte más real de ti.
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