lunes, 18 de julio de 2011

OREJAS DE BÚHO

¿Así llamarías a tu grupo?- Dijo la pequeña figura de frágiles brazos, que mantenía cruzados sobre el pecho. Toda ella era huesuda, eso y la ropa holgada que llevaba acentuaba el efecto infantil de su rostro. pero ya tenia casi veinte años- ¿Orejas de Búho?


Miró a su derecha,donde un joven recogía hojas secas y las hacia crujir. Tenía el flequillo levantado hacia arriba con gomina, el cabello espeso y negro, los ojos límpidos y brillantes y temerosos de encontrarse con los de la muchacha. El sol, detrás de ellos, teñía poco a poco de naranja y magenta el otoñal cielo despejado. Sentados en un banco del parque, la vida parece fácil. Sentados en el banco de un parque hechas de menos algo que has perdido. Sientes las horas deslizarse.

-¿Y yo que tocaría?

El chico se levantó el flequillo con la mano izquierda y posó la mirada en una mariposa amarilla que revoloteaba perezosamente a unos metros de él. Entornó los ojos hacia la chica. Le miraba expectante. Respiró hondo y se mordió el labio.

-Ya basta, he tenido suficiente...

La joven observó medio sorprendida, medio divertida a aquel joven.

-¿Qué quieres decir? ¿Te he hecho algo?

La mano del muchacho se deslizó hacia el bolsillo interior de la chaqueta y extrajo de allí un colgante. La mitad de un corazón.

-¿Qué significa esto?- chilló la chica, poniéndose en pie- ¡No es gracioso! ¿Cuándo me lo has quitado? ¿Cómo? ¡Nunca me lo quito, desde aquella noche! Pero ya hicimos las paces, ¿no lo recuerdas?

-¡Basta! Tú... no eres tú... Te pareces a ella... No... puede ser... ¡te lo dije ayer! ¡Y anteayer! Aquí mismo... ¿Por qué nunca se hace de noche? ¿Donde estoy?, dímelo...

Él se levantó, sin esperar respuesta y empezó a correr, a alejarse de aquella chica, aquella a la que tanto amaba, que era igual a ella, y no obstante...

Se quedo petrificado al darse cuenta que aunque avanzase, no se alejaba del banco de aquel enorme parque. Giró sobre sus pies y vio a la muchacha acercándose. Una suave brisa le despeinaba el cabello y sus ojos guardaban una oscura frialdad, la misma que se reflejó en su voz cuando habló.

-No podías dejar las cosas como estaban, ¿verdad? Es un mundo perfecto, soy perfecta, soy tuya. No te abandonaré, no me iré, como hizo ella. ¿No lo recuerdas, verdad? La esperaste aquí, toda la noche, bajo el banco. La esperaste mientras llovía. Ellos sólo querían robarte, pero tu estabas muy nervioso. Tenías miedo de que te robasen la cadena, pero solamente querían el reloj y la cartera. No se esperaban que te rebelases, pero estaban armados... Ella lloró mucho, en los brazos de otro, claro, pero lloró por ti. Te amaba, pero tu la necesitabas y ella a ti no... Lo siento.

Le costó asimilar toda aquella situación. Por su mente pasaron fragmentos de imágenes desenfocadas. Parecía tan irreal... y a la vez cruelmente real. Tragó saliva y miró al ser que tenía enfrente.

-Entonces... ¿Estoy muerto? Es decir, ¿Qué soy? ¿Qué eres?

-Mmmm... Buenas preguntas... A la primera, sí, estas muerto. Pero para las otras dos no tengo respuesta...

-¿Cómo?

-¿No lo entiendes? Tú me trajiste aquí. Tú me creaste.

-Eso no tiene ningún sentido, yo no...

-Mira todo esto, mírame a mi. Estoy hecha a tu imagen, a tu recuerdo. Si no lo hubieses descubierto, podrías haber sido feliz.

-¿Y no puedo irme?

La chica echó la cabeza hacia atrás y rió fuerte.

-¿Sabes acaso como has llegado, infeliz?


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